Lic. Macarena Cao Gené
“La independencia no existe.”
Winnicott
Las series complementarias
han sido elaboradas por Freud para dar cuenta de la etiología en la causación
de la neurosis.
Freud empleó por primera vez
el término en la 22° Conferencia “Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la
regresión. Etiología.” dentro de las llamadas “Conferencias de introducción al
psicoanálisis” (1916 1917)[1].
Posteriormente vuelve sobre el concepto en “Nuevas conferencias” (1933) y en [2]“Moisés
y la religión monoteísta”.
Basado en que la sexualidad se halla
organizada desde la infancia (sexualidad infantil), cuyo carácter no se resume
a la procreación, halla estadios evolutivos libidinales donde el carácter
parcial se destaca como placer de órgano. Posteriormente esos estadios
libidinales arribarán a la primacía genital pero manteniendo grados de fijación
libidinal en cada etapa (que variarían según cada individuo).
La viscosidad de la pulsión
(cualidad de la pulsión para adherirse a sus objetos y formas de satisfacción)
versus su plasticidad (cualidad de la libido para variar de objeto denegado a
la satisfacción) darían lugar al establecimiento de zonas o núcleos fijación.
“Juzgamos posible respecto de cada aspiración (pulsional) sexual
separada, que partes de ella queden retrasadas en estadios anteriores del
desarrollo, por más que otras puedan haber alcanzado la meta última.”[3]
La regresión como concepto descriptivo es
conceptualizada como un movimiento de retroceso hasta una de las etapas
anteriores (de la evolución libidinal). La misma tendría dos versiones: una al
ser distinguida en regresión libidinal a los primeros objetos incestuosos y
otra como el retroceso de toda la organización sexual a estadios anteriores,
permitiría distinguir las presentaciones clínicas de neurosis histérica y de
neurosis obsesiva como adquisición de neurosis. Sin embargo ello, no debe
entenderse que Freud radique en la regresión la causa de la neurosis.
“Una regresión de la libido sin represión nunca daría por resultado una
neurosis, sino que desembocaría en una perversión”.
Por lo tanto la represión
como mecanismo operante se diferencia de la regresión en el sentido tópico (especialidades
psíquicas) y dinámico (movilidad intersistemas).
El particular desarrollo de
la libido en la fijación funcionaría como atractor de la libido que regresa:
por ello ¿habría de hablarse de causación endógena?
De ninguna manera “…sólo he comunicado que los seres humanos
contraen una neurosis cuando se les quita la posibilidad de satisfacer la
libido (…) y sus síntomas son justamente el sustituto de la satisfacción
frustrada (denegada).”[4]
Así la frustración en tanto
impedimento real sería el factor accidental de la causación de la neurosis
mientras que la fijación libidinal operaría como factor interno predisponente.
A esta serie Freud llamará series
complementarias.
Pero para dar cuenta de la
adquisición de la neurosis hace falta plantear el conflicto psíquico: “el conflicto es engendrado por la
frustración; ella hace que la libido pierda su satisfacción y se vea obligada a
buscar otros objetos y caminos”.[5]
Una parte de la personalidad
se muda en enojo en contra de este nuevo camino (de satisfacción) provocando un
veto sobre el mismo. Las aspiraciones rechazadas logran rodeos para cumplir su
objetivo “los rodeos son los caminos de
formación de síntoma” es decir que los síntomas son la antigua satisfacción
denegada por frustración que retorna por otros caminos de rodeo (por rechazo
del camino principal) y se imponen como satisfacción sintomática sustitutiva.
De este modo se encuentra
que hay dos frustraciones, la externa y la interna: “la primera elimina una
posibilidad de satisfacción y la segunda querría excluir otra en torno de la
cual estalla después el conflicto”.
En este momento Freud piensa
dos cosas fundamentalmente: a) las condiciones iniciales (de los primeros años
de la vida infantil) se van a mantener a lo largo de la vida; y b): que hay un
desencadenamiento a partir de lo traumático (tercer serie, factor
desencadenante).
Resumiendo entonces el juego
de las relaciones en un esquema[6]:
Constitución
sexual + Vivenciar infantil
(Vivenciar prehistórico)
Predisposición por fijación
libidinal + Vivenciar[7]
accidental
(traumático) [adulto]
Neurosis
Definidas las series por
Freud como de complementación se
encuentra entonces precluida[8]
la posibilidad de añadir, de hacer emerger algo nuevo, algo “no pre-dispuesto”.
Es importante en este punto mencionar que ni el mismo Freud no descuida nunca el factor “accidental”,
actual.
Ricardo Rodulfo en su texto
“El psicoanálisis de nuevo” sostiene en el capítulo 1 la necesidad de romper
con la disyunción existente entre estructura e historia (como binomio de
oposición); entendiendo que la primera plantea variaciones de siempre lo mismo
(sin suplemento posible) y la segunda nos habla de un sentido que se alcanzará
o revelará. Queda planteada entonces, la dimensión de lo suplementario. Entendiendo por suplemento lo que no estaba
antes, lo que no se encuentra como pre-moldeado.
Rodulfo, con su posición
desborda las series complementarias en lo que tienen de cierre: “claustrofóbico
mundo de lo complementario” enunciará. Reformula este paradigma en lo que dará en llamar
“series suplementarias”[9],
permitiendo de este modo liberar la potencia reprimida de cada serie no
perjudicando lo diferencial de cada una. Con esta lectura (revisitar, tal como lo plantea Green) nos apartaríamos del
monocausalismo para poder pensar en la multideterminación y sobredeterminación.
Este modelo nos permite pensar en pacientes adultos, niños, púberes,
adolescentes y más allá de los pacientes mismos, en el campo de la salud mental.
La primera serie: lo constitucional (lo congénito, lo
genético). Marisa Punta Rodulfo nos dirá: “encarnadura del cuerpo”.
Rodulfo plantea como primera
serie lo constitucional mítico. Es decir, el factor constituyente que es lo
constitucional es el espacio sutil[10],
del mito familiar, que espera al niño en el momento de su advenimiento.
Cuando el niño adviene al mundo se articula la dimensión imaginada del niño con
el niño real.
Lo constitucional, debemos
entenderlo no solo como lo biológicamente dado (genotipo) sino que debemos
incluir al ambiente en un sentido amplio del término. Desde antes de la gestación
y mismo en ella se va confeccionando la ideación del niño (imaginado) que se va
a poner en articulación a partir del nacimiento del bebé, con el bebé real. Hablamos
entonces de una prehistoria de ese ser que llega al mundo. (Proyecto
identificatorio).
En resumen, cuando el niño adviene
al mundo se articula la dimensión imaginaria del niño con el niño real. El niño
es portador de lo genético y de su prehistoria.
La segunda serie: experiencias (sexuales)[11]
infantiles. En este punto, R. Rodulfo no da por sentado el estatuto de la
capacidad para el experienciar, como sí lo encontramos en el texto freudiano.
Si nos detenemos en esta serie es fundamental para el diagnóstico diferencial
determinar si esta capacidad está constituida o no, si tiene fallos, etc.
Rodulfo sostiene que la
vivencia de satisfacción no puede ser pensada como algo mítico, ni ficcional ni
fantasmático; sino, por el contrario, que “la experiencia como vivencia de
satisfacción” es una secuencia de momentos que inauguran el deseo.
Retomando la expresión de
Doltó en su libro “La imagen inconsciente del cuerpo”, nos dirá Rodulfo que: la
satisfacción debe ser efectiva, para que una serie de efectos tengan su lugar[12].
Recordemos el rodeo que
realiza Freud: ante la ausencia del pecho, el bebé lo sustituye
alucinatoriamente. Si bien durante un tiempo lo alivia; la calma dura hasta que
lo autoconverservativo irrumpe. De esta manera el bebé va a precisar el auxilio ajeno para proseguir esta
vivencia de la satisfacción. El niño recrea el pecho (el objeto no presente en
lo saludable se recrea). En este momento constitutivo nos encontramos en las
primeras representaciones de base, a nivel de lo originario (Piera Aulagnier).
¿Qué se entiende por proceso originario? P. Aulagnier plantea
como primer modo de funcionamiento el proceso originario y su modalidad
representativa, el pictograma. El postulado básico de lo originario es el de
autoengendramiento; es decir que todo lo representado se va a vivenciar como
creado por el sujeto mismo. Un pictograma no es la representación de un concepto,
sino que es la representación de una imagen. Componen lo originario tanto el
pictograma de fusión como el pictograma de rechazo. En su insistencia, la
predominancia del pictograma de fusión va a organizar una subjetividad
saludable (inscripción positiva). Resaltamos, a esta altura, el recrear el
objeto. Pero ¿qué es lo que acontece cuando el bebé en la relación con su mamá,
en lugar de poder recrear el objeto, lo reemplaza por ejemplo ante la ausencia
(diferente a la no presencia) de la madre. Esto implica una barrera. El
reemplazo insistente constituye lo que Piera denomina pictograma de rechazo. La
preeminencia de éste va a constituir patología, desmantela zonas de la
subjetividad.
Continuando con lo teorizado
por M. Rodulfo la recreación constituye un puente entre el bebé y el otro, lo
que va a dar lugar al espacio transicional, al reconocimiento del otro como
alteridad y al reconocimiento del propio niño como alguien distinto de su
madre.
Es en ese entre que el niño puede recrear el
pecho. Si no encuentra la fuente (pecho) al sentir hambre no le alcanzará con
la recreación teniéndose que vincular con la realidad, constituyéndose así la
forma de construir conceptos y conocimientos.
Sin el auxilio ajeno la
vivencia de la satisfacción no se podría componer.
Hasta aquí y siguiendo a
Winnicott es el medio el
posibilitador para la experiencia de la vivencia de satisfacción. Es esta
experiencia la que va a dar como resultado una posibilidad de sostener su
propio desear (desear como trabajo a realizar). De este modo llegamos a cómo se
establece una secuencia.
Finalizando lo planteado en
esta visita por la segunda serie, creo conveniente comentar el término vivencia
tal como lo propuso Ortega y Gasset en 1913: “Todo aquello que llega con tal
inmediatez a mi yo que entra a formar
parte de él es una viviencia”. Dilthey dirá: “la vivencia no es, pues, algo
dado; somos nosotros quienes penetramos en el interior de ella, quienes la
poseemos de una manera tan inmediata que hasta podemos decir que ella y
nosotros somos la misma cosa”.
La tercera serie: factor desencadenante. El suplemento,
el acontecimiento no se limita a desencadenar lo que ya existe, sino que se
produce un acontecimiento imprevisible. Es decir, de factor desencadente
pasamos a pensar esta serie como factor encadenante, como lugar de nuevas
inscripciones, como la incorporación de lo nuevo que va a resignificar la
historia de una subjetividad. No hay un
origen, un punto de partida absoluto, todo comienza más de una vez.
Sintetizando: la necesidad
de revisitar los textos freudianos,
proponiendo una lectura nueva que implique una profundización en lo planteado
por el psicoanálisis tradicional en lo atinente a la causa (causación) y
gestación de las neurosis (tomando el modelo de las series complementarias) se
acentúa en la premura de considerar un lugar propio (específico) para la
psicopatología del infante, del niño, del púber y del adolescente. El nombre
propio de las formaciones psicopatológicas que podemos encontrar en estos
momentos de la constitución subjetiva nos plantea la importancia de
“discontinuar” la teoría producida para el campo de los “grandes”.
La necesidad de definir y
fundamentar teórica y clínicamente los criterios psicopatológicos específicos
de la infancia, niñez y adolescencia nos obliga a esclarecer que la
subjetividad con la que nos hallamos está en vías de estructuración
considerando entonces los aspectos históricos tanto en la constitución
saludable como en los avatares
psicopatológicos. A esta altura, no es posible continuar con una “versión
original” y su adaptación (por más puntillosa que sea) a niños de cuadros
psicopatológicos que reducen su
esclarecimiento a lo biológico, lo heredado o lo vivido o lo traumático. No nos
topamos en la clínica con un “niño reconstruido” al decir de Stern sino con un
niño que se origina y actualiza en el aquí y ahora de su historia.
BIBLIOGRAFÍA
·
AULAGNIER, P.: “La violencia de la
interpretación”. Buenos Aires: Amorrortu, 1977.
·
FERRATER MORA, J.: “Diccionario de
Filosofía”. Tomo IV. Barcelona: Ariel, 1994.
·
FREUD, S.: “Algunas perspectivas sobre
el desarrollo y la regresión”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”.
Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu, 1988.
·
FREUD, S.: “Los caminos de la formación
de síntomas”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”. Obras completas.
Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu, 1988.
·
PUNTA RODULFO, M.: “Psicopatología
infanto juvenil”. Clases 2008. Página Web de la Cátedra.
·
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA “Diccionario de
la lengua española”. Vigésima segunda edición.
·
RODULFO, R.: “El psicoanálisis de nuevo.
Elementos para la reconstrucción del psicoanálisis tradicional”. Buenos Aires:
Eudeba, 2008.
·
RODULFO, R.: “Estudios clínicos. Del
significante al pictograma a través de la práctica psicoanalítica”. Parte IV:
La vivencia de satisfacción y la patología grave temprana. Buenos Aires:
Paidós, 1992.
·
WINNICOTT, D. W.: “La naturaleza
humana”. Buenos Aires: Paidós, 2005.
[1] FREUD, S.: “Algunas
perspectivas sobre el desarrollo y la regresión”. “Conferencias de Introducción
al Psicoanálisis”. Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu editores.
[2] Aunque
el concepto ya había sido formulado anteriormente como “ecuación etiológica”.
(Ver nota al pie de página 316 de la conferencia aludida. Nota de J. Strachey.)
[3] Íbidem,
1. Pág. 310.
[4] Íbidem, 1. Pág. 314.
[5] Íbidem, 1. Pág. 318.
[6] FREUD, S.: “Los caminos
de la formación de síntomas”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”.
Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu editores.
[7] Freud en este esquema
utiliza “Erleben” = vivenciar y no “Erlebniss” = vivencia.
[8] Preclusión (Del lat. praeclusĭo, -ōnis). Der. Carácter del proceso, según el
cual el juicio se divide en etapas, cada una de las cuales clausura la anterior
sin posibilidad de replantear lo ya decidido en ella.
[9] Suplemento
como aquello que introduce lo novedoso, el acontecimiento. No se limita a
complementar. No desencadena.
[10] Punta Rodulfo, M.:
“Psicopatología infanto juvenil”. Clases 2008. Página Web de la Cátedra.
[11] R. Rodulfo
señala que Freud en rigor debería escribir “experiencias sexuales infantiles” y
no sólo experiencias infantiles.
[12] Rodulfo, R.: “Estudios clínicos.
Del significante al pictograma a través de la práctica psicoanalítica”. Parte
IV: La vivencia de satisfacción y la patología grave temprana. Buenos Aires:
Paidós, 1992.
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