martes, 29 de agosto de 2017

Espacio de Supervisión Clínica


"La responsabilidad profesional de proporcionar prácticas de calidad, convoca a una reflexión necesaria sobre el tema de la supervisión psicológica como instrumento facilitador de este desarrollo profesional y por consecuente de una mayor calidad de los servicios profesionales de ayuda psicológica. Un buen servicio de orientación psicológica, solo puede lograrse si el proveedor de ese servicio se responsabiliza con gestionar la calidad. En el presente trabajo se realiza un acercamiento al tema de la supervisión psicológica como un medio que permite monitorear la calidad de los servicios de ayuda, no con fines evaluativos, sino desarrolladores de competencia profesional. Se propone un enfoque que merece ser construido y asimilado por los grupos profesionales de la psicología". (Bárbara Zas Ros)




El Espacio de Supervisión Clínica está pensado como un encuentro individual o grupal (con horario a confirmar) con modalidad presencial o a distancia vía Skype (el horario lo pacta ud. con el colega que supervisa).
Dependiendo el tipo de supervisión que desee (niños, adolescentes, adultos, integración escolar, pericia) será el colega con el que trabajará en ese espacio.
El honorario también está sujeto a si es solo un trabajo clínico o si es de una pericia, por ejemplo.
El tiempo de supervisión es de una hora y cuarto.
Si lo desea explicítenos sobre qué material clínico o pericial desea trabajar y le pasaremos el mail de la Lic. Macarena Cao Gené o Lic. Irina Poletti o algún integrante de nuestro equipo. Puede pedir específicamente con quien quiere supervisar y así se hará.
En todas las supervisiones se los guiará sobre hipótesis diagnóstica, procedimientos y quehaceres clínicos, indicaciones y posibles directrices de tratamiento.
Así mismo se orientará en la bibliografía de consulta y autores que podrán ser referentes para el caso.

sábado, 26 de agosto de 2017

Lo suplementario en "las series complementarias"



Lic. Macarena Cao Gené

“La independencia no existe.”
Winnicott

Las series complementarias han sido elaboradas por Freud para dar cuenta de la etiología en la causación de la neurosis.

Freud empleó por primera vez el término en la 22° Conferencia “Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión. Etiología.” dentro de las llamadas “Conferencias de introducción al psicoanálisis” (1916 1917)[1]. Posteriormente vuelve sobre el concepto en “Nuevas conferencias” (1933) y en [2]“Moisés y la religión monoteísta”.

 Basado en que la sexualidad se halla organizada desde la infancia (sexualidad infantil), cuyo carácter no se resume a la procreación, halla estadios evolutivos libidinales donde el carácter parcial se destaca como placer de órgano. Posteriormente esos estadios libidinales arribarán a la primacía genital pero manteniendo grados de fijación libidinal en cada etapa (que variarían según cada individuo).

La viscosidad de la pulsión (cualidad de la pulsión para adherirse a sus objetos y formas de satisfacción) versus su plasticidad (cualidad de la libido para variar de objeto denegado a la satisfacción) darían lugar al establecimiento de zonas o núcleos fijación.

“Juzgamos posible respecto de cada aspiración (pulsional) sexual separada, que partes de ella queden retrasadas en estadios anteriores del desarrollo, por más que otras puedan haber alcanzado la meta última.”[3]

 La regresión como concepto descriptivo es conceptualizada como un movimiento de retroceso hasta una de las etapas anteriores (de la evolución libidinal). La misma tendría dos versiones: una al ser distinguida en regresión libidinal a los primeros objetos incestuosos y otra como el retroceso de toda la organización sexual a estadios anteriores, permitiría distinguir las presentaciones clínicas de neurosis histérica y de neurosis obsesiva como adquisición de neurosis. Sin embargo ello, no debe entenderse que Freud radique en la regresión la causa de la neurosis.

“Una regresión de la libido sin represión nunca daría por resultado una neurosis, sino que desembocaría en una perversión”.

Por lo tanto la represión como mecanismo operante se diferencia de la regresión en el sentido tópico (especialidades psíquicas) y dinámico (movilidad intersistemas).

El particular desarrollo de la libido en la fijación funcionaría como atractor de la libido que regresa: por ello ¿habría de hablarse de causación endógena?

De ninguna manera “…sólo he comunicado que los seres humanos contraen una neurosis cuando se les quita la posibilidad de satisfacer la libido (…) y sus síntomas son justamente el sustituto de la satisfacción frustrada (denegada).”[4]

Así la frustración en tanto impedimento real sería el factor accidental de la causación de la neurosis mientras que la fijación libidinal operaría como factor interno predisponente.

A esta serie Freud llamará series complementarias.

Pero para dar cuenta de la adquisición de la neurosis hace falta plantear el conflicto psíquico: “el conflicto es engendrado por la frustración; ella hace que la libido pierda su satisfacción y se vea obligada a buscar otros objetos y caminos”.[5]



Una parte de la personalidad se muda en enojo en contra de este nuevo camino (de satisfacción) provocando un veto sobre el mismo. Las aspiraciones rechazadas logran rodeos para cumplir su objetivo “los rodeos  son los caminos de formación de síntoma” es decir que los síntomas son la antigua satisfacción denegada por frustración que retorna por otros caminos de rodeo (por rechazo del camino principal) y se imponen como satisfacción sintomática sustitutiva.

De este modo se encuentra que hay dos frustraciones, la externa y la interna: “la primera elimina una posibilidad de satisfacción y la segunda querría excluir otra en torno de la cual estalla después el conflicto”.

En este momento Freud piensa dos cosas fundamentalmente: a) las condiciones iniciales (de los primeros años de la vida infantil) se van a mantener a lo largo de la vida; y b): que hay un desencadenamiento a partir de lo traumático (tercer serie, factor desencadenante).

Resumiendo entonces el juego de las relaciones en un esquema[6]:

Constitución sexual                           +                 Vivenciar infantil

(Vivenciar prehistórico)



                  

              Predisposición por fijación libidinal    +    Vivenciar[7] accidental

                                                                         (traumático) [adulto]

                                                           
                                      Neurosis


Definidas las series por Freud como de complementación se encuentra entonces precluida[8] la posibilidad de añadir, de hacer emerger algo nuevo, algo “no pre-dispuesto”. Es importante en este punto mencionar que ni el mismo Freud no descuida nunca el factor “accidental”, actual. 

Ricardo Rodulfo en su texto “El psicoanálisis de nuevo” sostiene en el capítulo 1 la necesidad de romper con la disyunción existente entre estructura e historia (como binomio de oposición); entendiendo que la primera plantea variaciones de siempre lo mismo (sin suplemento posible) y la segunda nos habla de un sentido que se alcanzará o revelará. Queda planteada entonces, la dimensión de lo suplementario. Entendiendo por suplemento lo que no estaba antes, lo que no se encuentra como pre-moldeado.

Rodulfo, con su posición desborda las series complementarias en lo que tienen de cierre: “claustrofóbico mundo de lo complementario” enunciará. Reformula  este paradigma en lo que dará en llamar “series suplementarias”[9], permitiendo de este modo liberar la potencia reprimida de cada serie no perjudicando lo diferencial de cada una. Con esta lectura (revisitar, tal como lo plantea Green) nos apartaríamos del monocausalismo para poder pensar en la multideterminación y sobredeterminación. Este modelo nos permite pensar en pacientes adultos, niños, púberes, adolescentes y más allá de los pacientes mismos, en el campo de la salud mental.

La primera serie: lo constitucional (lo congénito, lo genético). Marisa Punta Rodulfo nos dirá: “encarnadura del cuerpo”.

Rodulfo plantea como primera serie lo constitucional mítico. Es decir, el factor constituyente que es lo constitucional es el espacio sutil[10], del mito familiar, que espera al niño en el momento de su advenimiento. Cuando el niño adviene al mundo se articula la dimensión imaginada del niño con el niño real.

Lo constitucional, debemos entenderlo no solo como lo biológicamente dado (genotipo) sino que debemos incluir al ambiente en un sentido amplio del término. Desde antes de la gestación y mismo en ella se va confeccionando la ideación del niño (imaginado) que se va a poner en articulación a partir del nacimiento del bebé, con el bebé real. Hablamos entonces de una prehistoria de ese ser que llega al mundo. (Proyecto identificatorio).

En resumen, cuando el niño adviene al mundo se articula la dimensión imaginaria del niño con el niño real. El niño es portador de lo genético y de su prehistoria.

La segunda serie: experiencias (sexuales)[11] infantiles. En este punto, R. Rodulfo no da por sentado el estatuto de la capacidad para el experienciar, como sí lo encontramos en el texto freudiano. Si nos detenemos en esta serie es fundamental para el diagnóstico diferencial determinar si esta capacidad está constituida o no, si tiene fallos, etc.

Rodulfo sostiene que la vivencia de satisfacción no puede ser pensada como algo mítico, ni ficcional ni fantasmático; sino, por el contrario, que “la experiencia como vivencia de satisfacción” es una secuencia de momentos que inauguran el deseo.

Retomando la expresión de Doltó en su libro “La imagen inconsciente del cuerpo”, nos dirá Rodulfo que: la satisfacción debe ser efectiva, para que una serie de efectos tengan su lugar[12].

Recordemos el rodeo que realiza Freud: ante la ausencia del pecho, el bebé lo sustituye alucinatoriamente. Si bien durante un tiempo lo alivia; la calma dura hasta que lo autoconverservativo irrumpe. De esta manera el bebé va a precisar el auxilio ajeno para proseguir esta vivencia de la satisfacción. El niño recrea el pecho (el objeto no presente en lo saludable se recrea). En este momento constitutivo nos encontramos en las primeras representaciones de base, a nivel de lo originario (Piera Aulagnier).

¿Qué se entiende por proceso originario? P. Aulagnier plantea como primer modo de funcionamiento el proceso originario y su modalidad representativa, el pictograma. El postulado básico de lo originario es el de autoengendramiento; es decir que todo lo representado se va a vivenciar como creado por el sujeto mismo. Un pictograma no es la representación de un concepto, sino que es la representación de una imagen. Componen lo originario tanto el pictograma de fusión como el pictograma de rechazo. En su insistencia, la predominancia del pictograma de fusión va a organizar una subjetividad saludable (inscripción positiva). Resaltamos, a esta altura, el recrear el objeto. Pero ¿qué es lo que acontece cuando el bebé en la relación con su mamá, en lugar de poder recrear el objeto, lo reemplaza por ejemplo ante la ausencia (diferente a la no presencia) de la madre. Esto implica una barrera. El reemplazo insistente constituye lo que Piera denomina pictograma de rechazo. La preeminencia de éste va a constituir patología, desmantela zonas de la subjetividad.

Continuando con lo teorizado por M. Rodulfo la recreación constituye un puente entre el bebé y el otro, lo que va a dar lugar al espacio transicional, al reconocimiento del otro como alteridad y al reconocimiento del propio niño como alguien distinto de su madre.

Es en ese entre que el niño puede recrear el pecho. Si no encuentra la fuente (pecho) al sentir hambre no le alcanzará con la recreación teniéndose que vincular con la realidad, constituyéndose así la forma de construir conceptos y conocimientos.  Sin el auxilio ajeno la vivencia de la satisfacción no se podría componer.

Hasta aquí y siguiendo a Winnicott es el medio el posibilitador para la experiencia de la vivencia de satisfacción. Es esta experiencia la que va a dar como resultado una posibilidad de sostener su propio desear (desear como trabajo a realizar). De este modo llegamos a cómo se establece una secuencia.

Finalizando lo planteado en esta visita por la segunda serie, creo conveniente comentar el término vivencia tal como lo propuso Ortega y Gasset en 1913: “Todo aquello que llega con tal inmediatez a mi yo que entra a formar parte de él es una viviencia”. Dilthey dirá: “la vivencia no es, pues, algo dado; somos nosotros quienes penetramos en el interior de ella, quienes la poseemos de una manera tan inmediata que hasta podemos decir que ella y nosotros somos la misma cosa”.

La tercera serie: factor desencadenante. El suplemento, el acontecimiento no se limita a desencadenar lo que ya existe, sino que se produce un acontecimiento imprevisible. Es decir, de factor desencadente pasamos a pensar esta serie como factor encadenante, como lugar de nuevas inscripciones, como la incorporación de lo nuevo que va a resignificar la historia de una subjetividad. No hay un origen, un punto de partida absoluto, todo comienza más de una vez.

Sintetizando: la necesidad de revisitar los textos freudianos, proponiendo una lectura nueva que implique una profundización en lo planteado por el psicoanálisis tradicional en lo atinente a la causa (causación) y gestación de las neurosis (tomando el modelo de las series complementarias) se acentúa en la premura de considerar un lugar propio (específico) para la psicopatología del infante, del niño, del púber y del adolescente. El nombre propio de las formaciones psicopatológicas que podemos encontrar en estos momentos de la constitución subjetiva nos plantea la importancia de “discontinuar” la teoría producida para el campo de los “grandes”.

La necesidad de definir y fundamentar teórica y clínicamente los criterios psicopatológicos específicos de la infancia, niñez y adolescencia nos obliga a esclarecer que la subjetividad con la que nos hallamos está en vías de estructuración considerando entonces los aspectos históricos tanto en la constitución saludable como en los avatares psicopatológicos. A esta altura, no es posible continuar con una “versión original” y su adaptación (por más puntillosa que sea) a niños de cuadros psicopatológicos que reducen su esclarecimiento a lo biológico, lo heredado o lo vivido o lo traumático. No nos topamos en la clínica con un “niño reconstruido” al decir de Stern sino con un niño que se origina y actualiza en el aquí y ahora de su historia.

BIBLIOGRAFÍA



·              AULAGNIER, P.: “La violencia de la interpretación”. Buenos Aires: Amorrortu, 1977.

·              FERRATER MORA, J.: “Diccionario de Filosofía”. Tomo IV. Barcelona: Ariel, 1994.

·              FREUD, S.: “Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”. Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu, 1988.

·              FREUD, S.: “Los caminos de la formación de síntomas”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”. Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu, 1988.

·              PUNTA RODULFO, M.: “Psicopatología infanto juvenil”. Clases 2008. Página Web de la Cátedra.

·              REAL ACADEMIA ESPAÑOLA “Diccionario de la lengua española”. Vigésima segunda edición.

·              RODULFO, R.: “El psicoanálisis de nuevo. Elementos para la reconstrucción del psicoanálisis tradicional”. Buenos Aires: Eudeba, 2008.

·              RODULFO, R.: “Estudios clínicos. Del significante al pictograma a través de la práctica psicoanalítica”. Parte IV: La vivencia de satisfacción y la patología grave temprana. Buenos Aires: Paidós, 1992.

·              WINNICOTT, D. W.: “La naturaleza humana”. Buenos Aires: Paidós, 2005.









[1] FREUD, S.: “Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”. Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu editores.

[2] Aunque el concepto ya había sido formulado anteriormente como “ecuación etiológica”. (Ver nota al pie de página 316 de la conferencia aludida. Nota de J. Strachey.)

[3] Íbidem, 1. Pág. 310.

[4] Íbidem, 1. Pág. 314.

[5] Íbidem, 1. Pág. 318.

[6] FREUD, S.: “Los caminos de la formación de síntomas”. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”. Obras completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu editores.

[7] Freud en este esquema utiliza “Erleben” = vivenciar y no “Erlebniss” = vivencia.

[8] Preclusión (Del lat. praeclusĭo, -ōnis). Der. Carácter del proceso, según el cual el juicio se divide en etapas, cada una de las cuales clausura la anterior sin posibilidad de replantear lo ya decidido en ella.


[9] Suplemento como aquello que introduce lo novedoso, el acontecimiento. No se limita a complementar. No desencadena.

[10] Punta Rodulfo, M.: “Psicopatología infanto juvenil”. Clases 2008. Página Web de la Cátedra.

[11] R. Rodulfo señala que Freud en rigor debería escribir “experiencias sexuales infantiles” y no sólo experiencias infantiles.


[12] Rodulfo, R.: “Estudios clínicos. Del significante al pictograma a través de la práctica psicoanalítica”. Parte IV: La vivencia de satisfacción y la patología grave temprana. Buenos Aires: Paidós, 1992.